martes, 6 de septiembre de 2011

La compasión


¿Has sentido alguna vez el deseo de aliviar el dolor de los demás y la voluntad de ayudarle a resolver algún problema?
Si tu repuesta es si, entonces conoces un sentimiento maravilloso que se llama compasión, un valor que nos hace más humanos y sensibles ante el mal ajeno. Es condición indispensable para solidarizarse con las penurias de los demás, y para cultivar una cultura de paz entre los habitantes de un pueblo.
Es sabido por muchos que el ser humano está alejado de los valores que le hacen ser feliz como, la tolerancia, la humildad, la alegría, la generosidad y la paz, si no contamos con estas condiciones, los estados interiores negativos nos hacen ser desdichados, perdiendo la capacidad de sentir compasión por los demás.
Parecería que nuestro corazón se fue de vacaciones porque nos hacemos indiferentes ante el dolor de los que sufren. Nos hemos olvidado de aliviar el sufrimiento de niños, ancianos, enfermos. ¿Donde se nos quedo la amabilidad y la bondad? la compasión es un sentimiento que nos hace sensible al mal, al sufrimiento pero parecería que se nos esfumo ¿por qué somos tan indiferentes? Hemos perdido la capacidad de asombro ante situaciones penosas, ante el hambre, el dolor y la necesidad de aquellos que sufren. Recuperar esa sensibilidad requiere de acciones urgentes para lograr una mejor calidad de vida en nuestra sociedad. “Debemos curar el alma ”

Compadecerse es una forma de compartir y participar de errores ,los tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan a los demás, con el interés y la decisión de emprender acciones que les faciliten y ayuden a superar las condiciones adversas.

Diariamente ocurren todo tipo de desgracias: los desastres naturales, la violencia entre los hombres. En casos tan lamentables la compasión nos mueve a realizar campañas, colectas o prestar servicios para apoyar en las labores de ayuda humanitaria.

Ante todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima no es lo mismo. Contemplamos la desgracia muchas veces como algo sin remedio y sentimos escalofrío al pensar que sería de nosotros en esa situación, sin hacer nada, a lo mucho pronunciamos unas cuantas palabras para aparentar condolencia.

Con el valor de la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores: Generosidad y Servicio, poner a disposición de los demás el tiempo y recursos personales; Sencillez porque no se hace distinción entre las personas por su condición; Solidaridad por tomar en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; comprensión porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.

- Quien visita al amigo o familiar que ha sufrido un accidente o padece una grave enfermedad, más que lamentar su estado, está pendiente de su recuperación, en sus visitas regulares procura llevar alegría y tener momentos agradables.


- En la escuela el profesor que consciente de la edad y las circunstancias particulares, corrige sin enojo pero con firmeza la indisciplina de sus alumnos, o pone todos los recursos al alcance para sacar adelante a ese joven con dificultades en el estudio.

- Los jóvenes que participan en actividades de asistencia social en comunidades marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a los niños, festejan y animan a todos en el juego de béisbol, conviven sin reparar en lo descuidado de su aspecto y sus modales...


Aunque la compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar el bien de nuestros semejantes, debemos crear conciencia y encaminar nuestros esfuerzos a cultivar este valor tan lleno de oportunidades para nuestra mejora personal.

- Evita criticar y juzgar las faltas y errores ajenos. Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta de formación o de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente. En consecuencia, no permitas que los demás "se las arreglen como puedan" y has lo necesario para ayudarles.

- Observa quienes a tu alrededor padecen una necesidad o sufren contratiempos, determina cómo puedes ayudar y ejecuta tus propósitos.

- Centra tu atención en las personas, en sus necesidades y carencias, sin discriminarlas por su posición o el grado de efecto que les tengas.

- Rechaza la tentación de hacer notar tu participación o esperar cualquier forma de retribución, lo cual sería soberbia e interés.
- Visita centros para la atención de enfermos, ancianos o discapacitados con el firme propósito de llevar medicamentos, alegría, conversación, y de vez en cuando una golosina. Aprenderás que la compasión te llevará a ser útil de verdad.


Es tan enriquecedora la compasión porque va más allá de los acontecimientos y las circunstancias, se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil sentimiento de lástima, la indolencia y el egoísmo

Sin embargo, son las personas que nos rodean quienes necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Podemos descubrir este valor en diversos momentos y circunstancias de la vida, tal vez pequeños, pero cada uno contribuye a elevar de forma significativa nuestra calidad humana.

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